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lunes, 5 de septiembre de 2011

La Naturaleza de la Violencia Humana


Por Carlos Uriel Contreras Flores

La violencia es uno de los instintos más bajos del ser humano, extremadamente mal reputada y asociada a los animales, a los conflictos, y a los desalmados. Pero, de acuerdo con el Dr. Mel Connor, reconocido doctor y antropólogo que estudia la conducta humana y e imparte clases en la Universidad de Emory, es algo completamente natural en el ser humano. Para el sociobiólogo E. O. Wilson, los animales recurren a la violencia, porque lo encuentran necesario para su supervivencia (para proteger a sus crías, para luchar por su pareja sexual, para defender su territorio, y para cazar o evitar ser devorados). Para el ser humano, esto es igualmente válido. Igualmente, junto con muchas razas de primates, generamos conflictos por defender nuestros ideales y códigos. Pero, además, tenemos que agregar que el hombre es violento porque le gusta serlo.


La gran mayoría de la población, jamás ha de reconocer que todos poseemos tendencias a la violencia. Se ha ensalzado y sobreestimado demasiado la capacidad de “razonar”, única, se cree, en los humanos. Y sí: hasta ahorita, nada ha probado que haya una forma de vida inteligente en el universo (y, mucho menos, superior a la humana). Pero todos los hombres han sentido la ira inundar sus almas, y, muchas veces, encuentran gran satisfacción al recurrir a la violencia. Se desahogan. Da placer.


Para el gran psicoanalista Sigmund Freud, son diversos los factores clave prohíben los impulsos naturales y el desencadenamiento de la violencia humana. Éstos van desde el tener miedo a las represalias, inundarse del sentimiento de la misericordia, o el no querer ser mal visto ante los ojos del entorno. ¿Cuándo estos factores fallan y engendran la violencia? Cuando el estrés, muy ligado a la ira, supera al autocontrol del individuo.


Es imposible, afirma el Dr. Connor, encontrar a alguna persona que no desee asesinar. El acto de matar, es algo en que se fantasea durante toda nuestra vida. Pero todos, como seres racionales que vencen (o, más bien, esconden) sus impulsos, raramente, llevamos a cabo estas fantasías mentales. Connor igual expone que la violencia se desata cuando los individuos se llenan de pánico y confusión. Y, también se deriva del rencor hacia algo, hacia un individuo, o hacia individuos que, por alguna razón, han hecho sentirse débil y ofuscado al individuo o individuos afectados. Ejemplo claro de esto, son las enemistades realmente duraderas entre pueblos vecinos, como los israelíes y palestinos.


La violencia puede manifestarse individualmente, o grupalmente. Cuando una sociedad ha estereotipado la idea de la violencia con la del odio, la oscuridad, y el fracaso, sus miembros reprimen estos impulsos. Pero cuando una situación extraordinaria lo amerita, y la violencia por la supervivencia es necesaria, los miembros de esa sociedad sacian su sed de sangre. Y, por lo regular, no saben cuándo parar: lo hacen demasiado tarde. Un excelente ejemplo de esto, es la toma de la Alhóndiga de Granaditas por parte de los insurgentes mexicanos al mando del Padre de la Patria en la Guerra de Independencia de México. Tenían allí encerrados a los opresores que habían empezado a odiar desde hacía siglos. Y, cuando tuvieron la oportunidad, llevaron a cabo una verdadera masacre. Cuando es tiempo de guerra, la sociedad acepta la violencia, con la que se ganan las batallas, y celebran sus victorias. La guerra es llevar a cabo los impulsos agresivos humanos, usando la violencia como medio de imposición del poder.


Freud recalcó la naturaleza humana para sentir los impulsos de la ira, del sexo, y del amor. En una carta dirigida a Albert Einstein, el psicoanalista explica que la agresividad humana es la antítesis del erotismo y el amor. Vienen por defecto en cada individuo. Se complementan, es la clásica lucha de la construcción y la destrucción, del bien y el mal. Desde pequeños, todos los seres humanos muestran actitudes agresivas y violentas, así como amorosas y de bondad.


Todos los individuos son desiguales los unos de los otros. En un artículo de la revista Science, el psicólogo y psiquiatra Richard Davidson sostiene que entre las personas, hay quienes no pueden controlar las tendencias a la ira o a la agresividad. Por ello, estos individuos están más predispuestos a cometer actos violentos.


La violencia, para el bien social, debe desviarse de su propósito, esto para la evasión de conflictos, sostuvo Freud. Puede, incluso, canalizarse hacia algo positivo. Pero, aunque sea un instinto humano preconcebido, también puede ser inducida por el entorno social al que el individuo se exponga. Una persona nacida en una familia promedio dentro de un país con buena calidad de vida, tendrá una percepción de la violencia completamente distinta a la de una persona que ha habitado en una zona de conflictos, insegura, o en un ambiente hostil. Aquí, los afectados no eligen vivir en esas condiciones. Pero, hay casos en que los humanos van tras la violencia: esto se ejemplifica perfectamente en los casos cada vez más comunes de niños que, después de ver dibujos animados violentos, o jugar videojuegos extremadamente sangrientos, entienden como algo normal las situaciones violentas, y se acostumbran a ellas. Se desensibilizan. Los videojuegos de ese estilo son adictivos, ya que sus usuarios descargan sus tensiones e instintos agresivos en ellos. Jugar videojuegos es socialmente aceptado. Asesinar, en la vida real, no lo es.


Entonces, llegamos a la conclusión de que dos factores claves generan la tendencia a la violencia humana: el genético, y el que se induce por la convivencia con un entorno desequilibrado al que se expone o es expuesto un individuo. Con esto, se responde a una gran inquietud que ha asolado a los más grandes estudiosos de la conducta y el cerebro humano: el hombre, ¿nace malo, o se hace malo? La respuesta es: ambos.


No obstante, es menester reconocer que los conceptos de violencia, bondad o maldad, son una mera creación humana para satisfacer la necesidad de darle sentido a la existencia individual y humana.

 
Fuentes:

Human Beings and Acts of Violence - Part 1. United States, Washington, D.C.: National Public Radio, 1994. ProQuest Research Library. Web. 2 Sep. 2011.

Human Beings and Acts of Violence - Part 2. United States, Washington, D.C.: National Public Radio, 1994. ProQuest Research Library. Web. 2 Sep. 2011.
Montoya, Víctor, Teorías de la Violencia Humana. México: Sincronía Invierno 2005, http://sincronia.cucsh.udg.mx/montoya05.htm. Web. 3 Sep. 2011.
Jáuregui, Pablo, Etología: El Origen de la Violencia Humana. México: Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, 2002. http://digital.el-esceptico.org/leer.php?autor=317&id=811&tema=87 Web. 3 Sep. 2011.

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